Existen ciertos momentos en la vida, coyunturas, encrucijadas, bifurcaciones, donde potencias y fuerzas externas a cada uno de nosotros parecen tomar control de nuestras vidas. Son momentos en los que nosotros pretendemos afirmar cierto destino creyendo que este se sincroniza con el de la vida de otra u otras personas, creemos esto con base en la comunicación entre nuestro ser y el de esos otros. Sin embargo, hoy día, ¿qué es la comunicación entre humanos? A veces me parece una superposición de parches de palabras, sin verdadero diálogo, sólo dos egos como estúpidos vociferando cuestiones tangenciales al meollo de la existencia. Pocas veces logramos conectarnos con el otro más allá del nivel de la palabra, somos analfabetos de los otros tantos niveles de comunicación que nos brinda nuestro cuerpo y nuestra psique, la racionalidad exacerbada nos oprime y genera el olvido de la comunicación vital que emerge como flor de nuestro corazón.
Y entonces nos encontramos en ese momento donde tomamos una decisión pensando que nos sincronizamos con el otro y... sorpresa, es sólo hasta ese momento que el otro se revela y muestra la deficiencia en la comunicación, una especie de engaño. Muchas veces, en estos momentos, el mundo se nos viene abajo, nuestro ser se derrumba...
Parece ser que estos momentos son parte importante de la vida cuyo misterio parece nunca revelarse, qué podemos hacer en ese instante en que se viene abajo nuestro mundo. Es momento, de dar un viraje, nuestra vida requiere un giro, ese derrumbe, sin darnos cuenta abre un camino, antiguamente obstruido por un gran muro.
En esos momentos, uno tiene que levantarse y observar el horizonte, seguro veremos el despuntar de la luz.
En estos momentos de caos lo único que nos queda es el amor y la honestidad, vamos a cultivarlos en cada una de nuestras relaciones. Nuestro cuerpo es todo el cosmos, lo que piensas, dices y haces a los otros lo haces a ti mismo, una máxima de todas las tradiciones espirituales de la humanidad.
Que el silencio de la naturaleza interior los acompañe en cada una de las decisiones y actos que despliegen en el mundo.
La vida es un viaje sin retorno, a cada instante construimos nuestro pasado, nuestro presente y nuestro provenir.
Y entonces nos encontramos en ese momento donde tomamos una decisión pensando que nos sincronizamos con el otro y... sorpresa, es sólo hasta ese momento que el otro se revela y muestra la deficiencia en la comunicación, una especie de engaño. Muchas veces, en estos momentos, el mundo se nos viene abajo, nuestro ser se derrumba...
Parece ser que estos momentos son parte importante de la vida cuyo misterio parece nunca revelarse, qué podemos hacer en ese instante en que se viene abajo nuestro mundo. Es momento, de dar un viraje, nuestra vida requiere un giro, ese derrumbe, sin darnos cuenta abre un camino, antiguamente obstruido por un gran muro.
En esos momentos, uno tiene que levantarse y observar el horizonte, seguro veremos el despuntar de la luz.
En estos momentos de caos lo único que nos queda es el amor y la honestidad, vamos a cultivarlos en cada una de nuestras relaciones. Nuestro cuerpo es todo el cosmos, lo que piensas, dices y haces a los otros lo haces a ti mismo, una máxima de todas las tradiciones espirituales de la humanidad.
Que el silencio de la naturaleza interior los acompañe en cada una de las decisiones y actos que despliegen en el mundo.
La vida es un viaje sin retorno, a cada instante construimos nuestro pasado, nuestro presente y nuestro provenir.