viernes, 4 de julio de 2008

3 de julio 2008

Ya son las 2:22 am del 4 de julio. Hace un mes, el 3 de junio tuve un sueño: me encontraba en estado de coma, llevaba dos meses así, volvía en mi y al despertar me encontraba en los brazos de Lara, una querida amiga y, en el sueño, el día que despertaba era 3 de julio.
Y si bien el día de ayer no desperté en los brazos de una bella mujer, de cierta forma logre despertar de un cierto sopor. Desde que renuncié a mi trabajo he pasado días poco productivos, días que se me han ido como agua entre las manos. Por un lado piens que es el descanso necesario después de meses de trabajo arduo e intenso, pero por otro me preocupa sentir que la vida se me puede ir sin alcanzar el presente.
Ha pasado uyn mes desde que tuve claro el hecho de estar desfasado del presente. Y el único medio para alcanzar el presente es concluir mi trabajo sobre la Piedra del Sol junto con el ciclo de Artesanos del Tiempo. Me encuentro al filo del abismo, con la navaja de mi peor enemigo rozándome el cuello. hace 11 años hice una promesa a mi maestro, hacer una obra, esculpir una piedra, descifrar la piedra filosofal. Hoy, el trabajo está casi listo. Ha sido una larga travesía. La Piedra del Sol se ha presentado ante mi como un gran espejo, y a través de su reflejo he conocido el corazón dle cielo y el corazón de la tierra.
La versatilidad dle viaje es amplia, viajamos por distintos planos y dimensiones, a través de un monumento como la PIedra del Sol logramos transportarnos a otro tiempo, atisbos de otra forma de contemplar el cosmos, de otra mirada. Logramos viajar en el tiempo y alcanzar el instante en que el escultor lanzó el último suspiro antes de culminar tan magnífica obra.