miércoles, 28 de mayo de 2008

Los procesos alquímicos

Desde el equinoccio de otoño que no escribía nada este portal antropocósmico. La dínamica social de mi entorno me absorbió totalmente y apenas cierro la etapa que inicié hace casi 9 meses.
Hubo un cambio radical de las coordenadas de mi existencia. Hoy esas coordenadas se encuentran en un proceso de reconfiguración y todo parece ir dirigido a cerrar el ciclo de ciclos. Tengo contado el tiempo para triunfar ante la adversidad de las circunstancias.
Acaba de terminar un intenso proceso alquímico, que permitió quitar las últimas impurezas de una piedra con la que se ha trabajado desde hace 11 años. Se repitió el proceso 6 veces, y parece que fue suficiente como para lograr terminar con un largo ciclo de proyecciones nocivas y manifestaciones neuroticas que ahora tienen la posibilidad de diluirse.
El mensaje que publico hoy no es muy coherente, sin embargo, sirva como una nueva introducción a la antropología de los viajes.
En ese sentido hablamos aqui del viaje que vivimos cada uno de nosotros al ritmo de días y noches, al ritmo de encuentros y desencuentros. Hoy es el primer día de una nueva travesía, por seis meses camine el camino con una compañera, hoy nuestros caminos se han bifurcado, el adios es doloroso pero inevitable, los rumbos de nuestras vidas se dirigen a destinos diferentes.
Queda siempre lo más importante, no el fin sino el medio, el camino recorrido. La vereda que recorri con esta persona fue fundamental en la configuración de nu nuevo espectro de posibilidades con respecto a mi persona, por eso no me queda nada más que darle las gracias.
El viaje se construye en gran medida por percepciones, y así, es posible que una misma experiencia sea traducida y asumida de manera diametralmente distinta por dos personas que la vivieron en conjunto. Esta es una de las grandes paradojas de esta antropología de los viajes que tiene como eje la experiencia de las personas.
Cada viaje nos guarda misterios y sorpresas, es importante estar siemore abiertos al potencial creativo de lo desconocido, es decir, soltar todo aquello que el viaje nos exige soltar para seguir con la travesía.